LA FORMACION DE ADULTOS

El adulto, a diferencia de un niño o un adolescente, “sabe lo que quiere” y suele tener “urgencia por aprender” para poder aplicar todo lo aprendido en sus roles y responsabilidades sociales. Es por ello que los adultos centran su atención en conocimientos que les sean útiles a corto plazo en su vida diaria y necesitan poder extrapolar estos conocimientos a su entorno casi de manera inmediata. Esto dota a los alumnos adultos de una auto-motivación muy poderosa en el proceso de aprendizaje, que el docente deberá saber potenciar y aprovechar.
Entre los objetivos más comunes que impulsan a los adultos a iniciar un proceso de aprendizaje, están aquellos relacionados con mejorar su cualificación profesional con el propósito de reinsertarse laboralmente o de ser más competitivos en su entorno de trabajo actual.
Es por ello que el docente deberá tener este factor  en cuenta a la hora de planificar y desarrollar la acción formativa, y también deberá estar bien informado de la realidad laboral actual, para poder guiar y orientar  a sus alumnos para la consecución de sus objetivos: es decir, deberá mostrarles en todo momento qué aplicación práctica tienen estos conocimientos en el mundo real y en relación a los objetivos concretos del alumno, y así mismo, el docente deberá conocer las exigencias del mercado laboral actual  para que el alumno sea lo más competitivo posible al terminar la formación.
En definitiva, si el alumno ve cómo estas expectativas se van cumpliendo poco a poco a lo largo de toda la acción formativa, su motivación e interés irán creciendo y por tanto es muy probable que consiga el éxito académico.

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